Pedro Sánchez ya no es un simple aliado de Marruecos. Es, en la práctica, un activo político al servicio del Majzén. Bajo su mandato como presidente de la Internacional Socialista, ha emprendido una campaña coordinada para sabotear la representación legítima del pueblo saharaui, desplazando al Frente Polisario —único y reconocido representante del Sáhara Occidental— para imponer en su lugar al llamado “Movimiento Saharauis por la Paz” (MSP), una organización fantasma sin legitimidad popular, fabricada en los despachos del espionaje marroquí.
Esta maniobra no es un error diplomático. Es una agresión deliberada. Pedro Sánchez ha optado por atacar la causa saharaui desde su nuevo puesto internacional, blanqueando a un grupo al margen de toda legalidad y presentándolo como “alternativa”, mientras silencia décadas de lucha, sacrificio y legitimidad construida por el Frente Polisario.
En lugar de ser un árbitro internacional, se ha convertido en propagandista del ocupante. Está más comprometido con los intereses del Majzén que muchos marroquíes. No representa la neutralidad ni la justicia, sino una traición política con consecuencias directas para la causa de un pueblo ocupado. Que nadie se equivoque: esto no es mediación, es guerra política encubierta.
Por eso llevamos dos años haciendo un llamado a la diáspora saharaui, a sus oficinas, delegaciones y asociaciones, para que se movilicen directamente contra Sánchez y su partido. Fue a raíz de esta línea de acción que convocamos el pasado mes de noviembre una manifestación frente a la sede de Pedro Sánchez en Madrid, porque lo consideramos un enemigo directo de nuestra causa. En aquel entonces, muchos nos criminalizaron y nos señalaron con duras críticas, simplemente porque alzamos la voz de la verdad y señalamos el camino por el cual hay que protestar como sociedad civil en España: exponer a Pedro Sánchez ante su población y denunciar sin titubeos sus actos hostiles contra el pueblo saharaui.
Taleb Alisalem
