DERECHOS HUMANOS. REFLEXIÓN URGENTE.
Hoy, 10 de diciembre, el mundo celebra el Día Internacional de los Derechos Humanos, un recordatorio de los principios que deberían guiar a la humanidad: la dignidad, la justicia, la paz y la igualdad para todos. Sin embargo, estas palabras resuenan vacías frente a la impunidad del majzen marroquí, que ignora sistemáticamente los derechos fundamentales del pueblo saharaui.
Este régimen, sostenido por la represión y el silenciamiento de las voces saharauis y marroquíes disidentes, perpetúa un sufrimiento que el mundo parece dispuesto a ignorar. ¿Qué decir de los países democráticos de Occidente? Aquellos que proclaman su compromiso con los derechos humanos, pero eligen mirar hacia otro lado ante las violaciones flagrantes que ocurren en el Sahara Occidental. Su connivencia no es solo moralmente reprochable, sino una traición a los principios que dicen defender.
La inoperancia de la ONU ante este flagrante abuso refleja su falta de voluntad para poner fin a la injusticia. A pesar de los compromisos internacionales y las resoluciones que han reconocido el derecho del pueblo saharaui a decidir su destino, el silencio de la comunidad internacional sigue siendo ensordecedor. Además, la actitud hipócrita de los gobiernos español y francés, que a pesar de sus obligaciones históricas y su cercanía geopolítica con el conflicto, continúan mirando hacia otro lado, es una de las mayores tragedias de este proceso. Estos gobiernos, que se autoproclaman defensores de los derechos humanos, se niegan a asumir una postura firme que ponga fin a la ocupación ilegal y reconozca la autodeterminación del pueblo saharaui.
La lucha por los derechos humanos no puede ser selectiva. Los pueblos que claman justicia, como el saharaui, necesitan algo más que palabras altisonantes. Necesitan acciones contundentes, solidaridad real y el compromiso de acabar con la hipocresía internacional.
Hoy no es un día de celebración. Es un día para alzar la voz, para exigir coherencia y para recordar que la justicia llegará cuando las palabras se traduzcan en hechos. El derecho del pueblo saharaui a su autodeterminación no puede seguir siendo una promesa postergada.
¿Hasta cuándo?
B.Lehdad