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RECORDATORIO

Hoy quiero hacer un recordatorio y hablarles de un hecho histórico que ha marcado profundamente la historia contemporánea del norte de África, concretamente la región del Magreb y más en concreto, el Sahara Occidental, hoy República Árabe Saharaui Democrática; y que décadas después, sigue teniendo repercusiones en la región: los Acuerdos Tripartitos de Madrid de 1975. Estos acuerdos, firmados el 14 de noviembre entre España, Marruecos y Mauritania, fueron el resultado de complejas y aterradoras negociaciones y aunque para algunos políticos españoles simbolizan el fin de una época colonial, así como el inicio de una disputa territorial aún vigente, en la realidad fue la forma más infame que tuvo el colonialismo español de menospreciar la dignidad del pueblo saharaui cuya seguridad dependía de la potencia colonizadora, España.

Para entender el alcance de los Acuerdos de Madrid, es esencial situarnos en el contexto de aquellos tiempos. En 1975, aunque España vivía momentos de incertidumbre política interior no era tanto como para justificar lo que luego sería su vergonzosa actitud para con su colonia, el Sahara Occidental. Los artífices de la treta llamada “Marcha Verde” y “Acuerdos Tripartitos de Madrid” justificaban la partición y entrega del Sahara alegando  que España vivía momentos de inestabilidad interna debido a la enfermedad y próxima muerte del dictador Francisco Franco, cuando en la realidad lo que sucedía era que el imperialismo mercante tenía y sigue teniendo grandes intereses geoestratégicos y políticos en la región del Magreb; pero especialmente en su costa atlántica, la colonia española o el Sahara español o la 53 provincia de España o lo que es hoy, la R.A.S.D. Al no tener éxito en consolidar una fuerza política nativa títere que pueda aglutinar la mayor parte del pueblo saharaui frente al auge del F.POLISARIO dentro del territorio y visto que al mismo tiempo, la presión internacional y las demandas del pueblo saharaui por su independencia ejercían una fuerza creciente sobre el gobierno español, entraron en escena y al rescate el tío “Tom” y la tía “Liberté, egalité, fraternité” para garantizar que ninguna ribera del océano atlántico esté fuera del control de los mercados, llámense también capitalismo o mejor imperialismo. Para ello tenían los peones indicados: los regímenes lacayos de Marruecos y Mauritania, creándoles aspiraciones anexionistas, con derecho a reclamar el territorio del Sahara Occidental.
Del plan se encargó el secretario de estado americano Henry Kissinger y de la ejecución Francia y España, mientras que reyes y jeques árabes ponían el capital financiero de la invasión, Marruecos y Mauritania ponían el capital humano en forma de cientos de miles de soldados.

Fue en este contexto y según el guion elaborado conjuntamente entre los americanos, franceses, españoles y marroquíes que desde octubre España mantuviese su “compromiso de palabra” de defender al pueblo saharaui frente a las reivindicaciones marroquíes y mientras tanto, el 6 de noviembre de 1975, Marruecos organiza la famosa “Marcha Verde”. Cientos de miles de civiles marroquíes, portando una enorme bandera estadounidense, caminaron hacia el Sahara Occidental, con la aparente intención de presionar a España para que entregara el territorio, cuando en realidad más de cien mil militares bien pertrechados iban detrás de la marabunta humana. Al mismo y desde el treinta y uno de octubre del mismo año, los combatientes del F: POLISARIO se enfrentaban al ejército marroquí que entraba por el noreste del territorio.

Llegarían entonces los pretextos del gobierno español a sus ciudadanos, ejército incluido, alegando que, para España, la solución más viable era evitar una guerra y salir de la región de forma pactada, abandonando al pueblo que colonizó durante todo un siglo y que prometió defenderlo de las aspiraciones expansionistas, faltando así a sus compromisos internacionales e infringiendo la legalidad y el derecho internacional.

Por los Acuerdos Tripartitos, España acordó ceder la administración del Sahara Occidental a Marruecos y Mauritania antes de la fecha límite del 28 de febrero de 1976, y, en teoría, estos países se comprometían a respetar la voluntad del pueblo saharaui. Sin embargo, los Acuerdos de Madrid nunca establecieron una transferencia de soberanía sobre el Sahara, puesto que, desde el punto de vista del derecho internacional, España seguía siendo la potencia administradora del territorio.

Pero tanto los promotores como los ejecutores olvidaron tener consideración a una realidad llamada F: POLISARIO y a un pueblo unido tras esta realidad.
Los Acuerdos de Madrid no fueron una solución definitiva, sino el inicio de un conflicto duradero.
Años más tarde, Mauritania abandonaría sus pretensiones en el Sahara Occidental. Hoy, cuarenta y ocho años después de los Acuerdos de Madrid, el Sahara Occidental sigue siendo un territorio no autónomo, según las Naciones Unidas.

Este conflicto no solo ha afectado al Sahara Occidental y a su pueblo, que ha sufrido las consecuencias de la guerra, del exilio y de la división, sino que también ha marcado la relación entre Marruecos, Argelia y otros actores de la región. Durante años, las Naciones Unidas han intentado mediar para que el pueblo saharaui pueda expresar su voluntad a través de un referéndum de autodeterminación, pero hasta hoy siempre ha chocado con las maniobras de los artífices de los ignominiosos acuerdos tripartitos de Madrid.
La historia de los Acuerdos Tripartitos de Madrid nos recuerda que la salida de una potencia colonial no siempre implica el fin de las disputas ni la llegada inmediata de la paz. Nos recuerda que, para lograr una verdadera paz, se necesita un respeto profundo por los derechos de los pueblos y sus aspiraciones; pero esta es una asignatura que el imperialismo, el colonialismo y los mercados no aprueban nunca

A medida que el tiempo avanza, el derecho a la autodeterminación y a la paz en el Sahara Occidental se vuelven cuestiones que no pueden seguir posponiéndose. Hoy más que nunca, es crucial que la comunidad internacional, y todos los que creemos en la justicia y en los derechos humanos, apoyemos una solución justa, duradera y mutuamente aceptable que permita a los saharauis decidir su futuro. Que estos acuerdos no queden solo como una página de la historia, sino como un recordatorio de los desafíos y las responsabilidades que tenemos en la búsqueda de un mundo más justo y pacífico. y que toda persona saharaui y amiga del pueblo saharaui o amante de la justicia mantengan viva la llama de la lucha del pueblo heroico del Sahara Occidental.

 B.Lehdad

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