
20 DE MAYO
52 AÑOS DE RESISTENCIA Y DIGNIDAD
El 20 de mayo de 1973 marcó el inicio de una de las luchas más prolongadas y olvidadas del continente africano: la del pueblo saharaui por su independencia. Solo diez días antes había nacido el movimiento político-militar que, con sus políticas y estrategias y tácticas militares en el campo de batalla, creó cátedra que ejércitos convencionales en Occidente y Oriente imparten hoy en sus academias militares: el Frente Popular para la Liberación de Saguía el Hamra y Río de Oro, conocido con las siglas F. POLISARIO, que pronto se convertiría en el único y legítimo representante del pueblo saharaui.
Cincuenta y dos años después, el conflicto no ha sido resuelto, pero la determinación de este pueblo permanece intacta. La historia del Sahara Occidental no es solo una historia de ocupación y exilio, sino también de construcción, dignidad y resistencia sostenida.
La lucha comenzó con las armas, como única vía frente al abandono colonial español y la posterior ocupación por parte de Marruecos y Mauritania. Desde 1973 hasta 1991, el Frente POLISARIO lideró una guerra de liberación nacional que obligó a Mauritania a retirarse y puso en aprietos al ejército marroquí, que tuvo que construir un muro de más de 2.700 km para frenar los ataques del Ejército de Liberación Popular Saharaui. En 1991, bajo auspicio de la ONU, se firmó un alto el fuego con la promesa de un referéndum de autodeterminación que, más de tres décadas después, sigue sin celebrarse. Desde entonces, el pueblo saharaui ha sostenido una doble resistencia: contra la ocupación y contra el olvido.
En los campamentos de refugiados en Tinduf, Argelia, se ha forjado una sociedad que, pese a la precariedad y el exilio, ha logrado estructurarse políticamente. La proclamación de la República Árabe Saharaui Democrática en 1976 no fue un gesto simbólico, sino el inicio de una experiencia estatal construida desde abajo, con participación popular, presencia activa de las mujeres en la vida pública y un profundo compromiso con la educación y la salud como herramientas de liberación. Mientras en otras regiones los conflictos generan fragmentación, el exilio saharaui ha sido escuela de ciudadanía.
Mientras los valerosos combatientes, constituidos en ejército formado y disciplinado, han ido modernizándose y actuando con gallardía ante el enemigo invasor marroquí, la educación se convirtió en uno de los pilares fundamentales del proyecto nacional saharaui. A lo largo de estos años, miles de jóvenes se han formado en países amigos como Cuba, Argelia, Libia, España, Venezuela y otros; regresando luego como médicos, maestros, ingenieros o periodistas. Se construyó un sistema educativo propio en condiciones duras, con el convencimiento de que el conocimiento es la base para la autodeterminación. Lo mismo ocurrió con la salud: con apoyo internacional y mucho esfuerzo, se han creado hospitales, centros médicos y brigadas sanitarias que cubren las necesidades básicas de la población.
En el plano internacional, el Frente POLISARIO ha logrado mantenerse como interlocutor reconocido. Más de 80 países han reconocido a la RASD hasta el momento, y su membresía en la Unión Africana le otorga un espacio legítimo entre los estados del continente. Las victorias jurídicas ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, que ha reconocido que Marruecos no tiene soberanía sobre el Sahara Occidental, y la solidaridad constante de pueblos y organizaciones en Europa y América Latina, refuerzan la legitimidad de la causa saharaui.
La resistencia también ha sido cultural. En un contexto donde la ocupación intenta borrar la identidad, el pueblo saharaui ha defendido su lengua, sus tradiciones, su música, su poesía, su memoria. Ha creado medios de comunicación propios, producido cine, literatura y arte como formas de lucha simbólica. La juventud saharaui, dentro y fuera de los territorios ocupados, ha asumido un rol protagónico, construyendo nuevas formas de lucha, denunciando la represión y organizando la solidaridad desde la diáspora.
En noviembre de 2020, Marruecos rompió el alto el fuego al atacar manifestantes saharauis en El Guerguerat. Desde entonces, el Frente POLISARIO declaró la reanudación de la lucha armada. Se reactivó un conflicto que nunca se resolvió, y que exige una respuesta seria de la comunidad internacional, demasiado complaciente con el ocupante. Pero también se reactivó una energía política dentro del pueblo saharaui que deja claro que no hay cansancio ni claudicación.
A 52 años del inicio de la lucha, el pueblo saharaui no solo ha construido un proyecto político y social ejemplar en medio del desierto. Ha demostrado que la dignidad no se rinde, que la justicia no se olvida, y que la autodeterminación no es una opción, sino un derecho. En tiempos donde tantas luchas se diluyen, la del pueblo saharaui sigue siendo una lección viva de constancia y esperanza.
¡ CON EL FUSIL ARREBATAREMOS LA LIBERTAD!
B.Lehdad.